
El 80% de los diagnósticos de cáncer de ovario son muy tardíos. La falta de visibilidad de la enfermedad retrasa su detección, que se complica debido a la aparición de síntomas inespecíficos. Aumentar la concienciación social y sanitaria es clave para mejorar el tratamiento y la calidad de vida de las pacientes.
En la lucha contra el cáncer de ovario, la falta de visibilidad es uno de los principales obstáculos para abordar una enfermedad que afecta a miles de mujeres y que, en la mayoría de los casos, se diagnostica en etapas avanzadas. A pesar de los avances en los tratamientos, el desconocimiento de los síntomas y la escasa concienciación social dificultan el diagnóstico precoz y el acceso a una atención integral.
La falta de visibilidad dificulta la atención adecuada y la comprensión pública del impacto que tiene la enfermedad en la vida de miles de mujeres. Según datos de la Sociedad Española de Oncología Médica (SEOM), se estima que en 2025 se diagnosticarán 3.748 nuevos casos de cáncer de ovario en España.
Por lo tanto, lse debe llevar a cabo una estrategia de concienciación que llegue a las mujeres, a los profesionales sanitarios y a la sociedad en su conjunto. Es importantísimo que las pacientes y las posibles pacientes, las mujeres que desgraciadamente puedan ser diagnosticadas- conozcan los síntomas, destacando que esta patología carece aún de métodos efectivos de prevención.
En el 80% de los casos, los diagnósticos son muy tardíos, por lo que es fundamental informar sobre síntomas inespecíficos, como malestar abdominal, hinchazón persistente o problemas digestivos. Son síntomas que no hacen pensar en el aparato ginecológico y muchas veces provocan un verdadero periplo hasta llegar al diagnóstico.
Mejorar la supervivencia y la calidad de vida. La supervivencia de cualquier paciente oncológico y en particular del cáncer de ovario- tiene muchos frentes abiertos. La calidad de vida es realmente lo que hay que conseguir. No se trata solo de sobrevivir sintiéndote fatal, sin poder hacer tu vida normal, sino de que esa supervivencia conlleve la posibilidad de retomar su vida habitual en la mayor medida posible.
De esta forma, las estadísticas muestran que la supervivencia es cada vez más larga y muchos casos de cáncer de ovario alcanzan ya más de cinco años de supervivencia. Sin embargo, esas cifras deben incluir a quienes siguen en tratamiento de mantenimiento, ya que gran parte de las pacientes viven con la enfermedad de forma crónica. Las recidivas son muy frecuentes.
En este contexto, los avances en tratamientos permiten que más mujeres puedan vivir con una alta calidad de vida: Las pacientes pueden tener una vida plena, dentro de las secuelas que siempre quedan por la cirugía y los tratamientos- una vida en la que puedan recuperar su trabajo, sus funciones usuales, su vida sexual, su vida social.
Apoyo físico y emocional. Muchas pacientes sufren secuelas derivadas de la cirugía. Una de las peticiones más frecuentes que reciben como asociación está relacionada con la fisioterapia especializada, sobre todo para el suelo pélvico, afectado tras cirugías agresivas como la histerectomía radical. Eso provoca un gran impacto físico, especialmente en el suelo pélvico, por lo que los tratamientos de recuperación y mantenimiento son muy demandados.
Por otro lado, se presentan efectos secundarios como los linfedemas, que requieren atención de fisioterapeutas especializados. En estos casos, la rehabilitación mejora el bienestar físico, la autonomía y la autoestima de las pacientes.
La atención médica también tiene que tener en cuenta la dimensión emocional, aunque aún hay mucho por avanzar en la práctica. En la mayoría de los centros donde se atiende el cáncer de ovario es difícil encontrar apoyo emocional o psicológico. Desde ASACO, han intentado suplir esta carencia con el Proyecto Bienestar, que desde 2014 ofrece apoyo psicológico a las pacientes y a sus familiares. ASACO es una asociación de utilidad pública, por lo que estos servicios no están restringidos a las socias.
Sexualidad, fertilidad y menopausia. Algunos de los tabúes relacionados con los efectos del cáncer de ovario son la sexualidad, la fertilidad o la menopausia precoz. En este sentido, cualquier enfermedad ginecológica sigue siendo un tabú en nuestro país. Hay mujeres famosas que han tenido cáncer ginecológico y no lo dicen porque todavía existe una asociación errónea entre este tipo de cánceres y enfermedades de transmisión sexual.
Para romper estos tabúes, se deben generar espacios seguros y respetuosos desde la consulta médica. A nivel social, necesitamos una educación sexual completa, desde jóvenes, para eliminar los tabúes y las risitas con las que se suele tratar este tipo de cuestiones.
Pese a las carencias actuales, cada vez se reconoce más la necesidad de equipos multidisciplinares que atiendan a la paciente de forma integral. El enfoque debe incluir indicaciones claras sobre el ejercicio físico, la dieta, el cuidado emocional y la vuelta al trabajo. La experta también valora positivamente el progreso en la relación médico-paciente porque en la mayoría de los casos, los profesionales intentan establecer una relación de confianza y apertura.
No obstante, la integración formal de las asociaciones en el sistema sanitario sigue siendo escasa. Suplimos muchas carencias del sistema sanitario. Deberíamos estar más implicadas en las decisiones, como en la administración de medicamentos. Aunque se han producido mejoras, mantiene que "la administración pública nos escucha, pero a menudo las cosas se quedan en teoría. Aun así, confía en el cambio porque cada vez hay más voces que reclaman que seamos una pieza clave del sistema sanitario.
El estado emocional influye mucho, incluso cuando los tratamientos funcionan.
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