La vacunación VPH ha modificado el abordaje y planteamiento en la prevención de la patología cervical. La incorporación de esta vacuna en calendario en una gran mayoría de países permite en la actualidad extraer conclusiones de gran trascendencia en cuanto a la prevención de cáncer de cuello de útero y de otros cánceres VPH dependientes.
Si bien la vacuna es preventiva y no elimina el VPH ya presente, existe cada vez más evidencia sobre la importancia de la vacunación en mujer adulta sana o con patología cervical.
Recientes estudios publicados reportan la adquisición de nuevas infecciones con un 10 % de infecciones persistentes y un 19 % de infecciones incidentes en las mujeres de edad adulta, en las que se puede comprobar la elevada incidencia de infecciones anogenitales de los 9 tipos vacunales ya que los factores de riesgo se mantienen similares a las mujeres más jóvenes. Además, la mayoría de las infecciones son producidas por un solo tipo de VPH sugiriendo que esta población de mujeres sigue siendo susceptible a la infección por otros tipos de VPH frente a los cuales pueden no haber estado expuestas.
Se ha debatido sobre la eficacia vacunal sobre inmunidad y lesiones CIN2+, cuestionándose su efectividad en reducción de cánceres cervicales. Los resultados tras 14 años de vacunación de cuatro países nórdicos han reseñado ausencia de cánceres provocados por los tipos vacunales 16/18. Del mismo modo, recientemente se han publicado los datos de Suecia con una reducción global de cánceres cervicales del 88% en mujeres vacunadas.
En este contexto podemos valorar qué mujeres adultas sanas que pueden beneficiarse de la vacunación:
• Las que no presentan infecciones, en las que el beneficio vacunal es máximo.
• Las que presentan infección por un solo tipo, que se protegerán frente a los otros tipos incluidos en la vacuna.
• Las que han eliminado el virus (ADN negativo), que se protegerán también de nuevas infecciones.
Un grupo especialmente susceptible de persistencia viral son las mujeres inmunodeprimidas. Las altas tasas de infección, persistencia y de neoplasias asociadas al VPH en personas inmunodeprimidas justifican la necesidad de considerar la vacunación en estos grupos de pacientes. Así, las pacientes con tratamiento inmunosupresor y/o biológico pueden beneficiarse de la vacunación VPH, independientemente de la edad y el sexo.
Respecto a la seguridad en la mujer gestante los diferentes ensayos clínicos no han objetivado riesgo de malformaciones ni toxicidad fetal/neonatal. Ante una mujer que se encuentra en pauta de vacunación y se queda embarazada se recomienda interrumpir temporalmente la pauta de vacunación y completarla tras finalizar la gestación. La vacuna no está contraindicada durante la lactancia.
En la actualidad los protocolos incluyen la vacunación en mujeres conizadas, con financiación pública en España. El estudio Speranza y otros tabajos publicados han demostrado un 80% de efectividad en estas mujeres con claro beneficio para prevención de nuevas infecciones. La no vacunación en mujeres tratadas constituye un factor de riesgo independiente para la recurrencia de HSIL/CIN2-3.
Podría plantearse que las mujeres vacunadas redujeran la necesidad del cribado actual de cáncer de cérvix. Países como Australia, con amplia población vacunada ya ha modificado totalmente su estrategia de cribado implementando el tipaje como screening primario. Si bien las estimaciones para el futuro auguran el control de la infección VPH y la drástica reducción de las cifras de cáncer de cérvix, la anulación del cribado podría restar eficacia a la prevención primaria, por lo que el cribado poblacional debe mantenerse.
En conclusión debemos ser proactivos en nuestras consultas e indicar la vacunación frente al VPH en mujeres adultas independientemente de los factores de riesgo que refieran.
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