Naturalmente, el tratamiento del cáncer de endometrio pasará en la mayoría de los casos por la extirpación del útero y los ovarios. Digo la mayoría porque no siempre es así. En efecto, en mujeres jóvenes que deseen tener hijos, si la enfermedad no se ha propagado, se pueden preservar los órganos. Estas mujeres tendrán que hacer tratamiento con progesterona a altas dosis. Una vez curadas, han de quedar embarazadas lo antes posible. Después serán controladas por si vuelve a aparecer el tumor.
Lo más habitual es el tratamiento estándar, es decir la histerectomía (extirpación de útero) y ooforectomía (ovarios). Si en las pruebas realizadas, ecografías, resonancias, biopsias… se detecta un alto riesgo de metástasis, será necesario extirpar los ganglios de la pelvis y de la aorta para descartar su extensión. Los resultados de la operación nos dirán si es necesario completar el tratamiento con sesiones de radioterapia y/o quimioterapia. En la mayoría de casos no lo es y la intervención resulta suficiente para eliminar la enfermedad.
Un gran avance de los últimos años ha sido la posibilidad de operar el cáncer por laparoscopia, sin necesidad de abrir el abdomen. Al hacerlo así, la recuperación es mucho mejor, y la paciente se va antes a casa, pudiendo reemprender antes su vida normal. Esto no siempre es técnicamente posible. Siempre se ha de dejar en manos de un equipo de ginecólogos que sean expertos en manejar este tipo de intervenciones.
En definitiva, aunque no deja de ser un cáncer con todas las connotaciones que conlleva, el de endometrio es un tumor frecuente pero con un pronóstico muy bueno en manos de un equipo con experiencia. El mejor consejo que podemos dar es el de acudir siempre al ginecólogo en caso de presentar hemorragias muy frecuentes y anómalas. Estas hemorragias pueden tener muchas causas diferentes, normalmente de tipo hormonal. Pero siempre es necesario descartar, con las pruebas de las que disponemos, que detrás no se esté iniciando un proceso tumoral. La histeroscopia, de la que ya hablamos en una ocasión, será una herramienta indispensable para tener un diagnóstico lo más preciso y exacto.
Lo más habitual es el tratamiento estándar, es decir la histerectomía (extirpación de útero) y ooforectomía (ovarios). Si en las pruebas realizadas, ecografías, resonancias, biopsias… se detecta un alto riesgo de metástasis, será necesario extirpar los ganglios de la pelvis y de la aorta para descartar su extensión. Los resultados de la operación nos dirán si es necesario completar el tratamiento con sesiones de radioterapia y/o quimioterapia. En la mayoría de casos no lo es y la intervención resulta suficiente para eliminar la enfermedad.
Un gran avance de los últimos años ha sido la posibilidad de operar el cáncer por laparoscopia, sin necesidad de abrir el abdomen. Al hacerlo así, la recuperación es mucho mejor, y la paciente se va antes a casa, pudiendo reemprender antes su vida normal. Esto no siempre es técnicamente posible. Siempre se ha de dejar en manos de un equipo de ginecólogos que sean expertos en manejar este tipo de intervenciones.
En definitiva, aunque no deja de ser un cáncer con todas las connotaciones que conlleva, el de endometrio es un tumor frecuente pero con un pronóstico muy bueno en manos de un equipo con experiencia. El mejor consejo que podemos dar es el de acudir siempre al ginecólogo en caso de presentar hemorragias muy frecuentes y anómalas. Estas hemorragias pueden tener muchas causas diferentes, normalmente de tipo hormonal. Pero siempre es necesario descartar, con las pruebas de las que disponemos, que detrás no se esté iniciando un proceso tumoral. La histeroscopia, de la que ya hablamos en una ocasión, será una herramienta indispensable para tener un diagnóstico lo más preciso y exacto.
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