jueves, 7 de marzo de 2019

ITS QUE PUEDEN PONER EN PELIGRO LA VIDA

Cuando hablamos de dificultades sexuales, generalmente la mente se va a cuestiones como la eyaculación precoz, la disfunción eréctil o el vaginismo, que es la contracción involuntaria de los músculos del tercio inferior de la vagina y que dificulta la penetración.

Sin embargo, en ocasiones lo que impide disfrutar del sexo es algo mucho más biológico, y más microscópico, como una bacteria. Son varias las infecciones vaginales que pueden poner nuestra vida sexual en pausa durante un tiempo. Son uno de los motivos de consulta más frecuentes en ginecología.  La duración de esta cuarentena dependerá de la patología y de la evolución del paciente, aunque por lo general la abstinencia recomendada está entre los siete y 12 días.

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Candidiasis. Conocida comúnmente como hongos vaginales, la candidiasis  en general la produce el hongo candida albicans o glabrata y no se considera estrictamente una infección de transmisión sexual. En cuanto al agente que lo causa, se señala que "la mujer se puede contaminar del hongo que vive en su tubo digestivo", sobre todo en "casos de bajada de defensas o cambios en la flora vaginal natural". Algo que puede ocurrir en situaciones tan corrientes como la toma de antibióticos.

Para curarla lo más efectivo son los fármacos azólicos (pomadas u óvulos), aclaran desde el Centro para el Control y la Prevención de Enfermedades de Estados Unidos (CDC por sus siglas en inglés), que se usarán durante unos tres días. "Si una mujer la padece hay que tratar también a la pareja, pues lo pueden compartir".

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Tricomoniasis vaginal. La tricomoniasis se transmite exclusivamente por vía genital y lo más característico de esta infección es que cerca del 70% de personas no presenta síntomas. Cuando sí los presenta, se manifiesta en forma de “secreción vaginal maloliente con irritación de la vulva, que aumenta durante la menstruación”.

El tratamiento es el mismo se tenga o no síntomas: una dosis de antibióticos (metronidazol o tinidazol), que deben ser recetados por un médico, explican desde el CDC. Para evitar repetir contagios, también es necesario tratar a la pareja sexual. La buena noticia es que se previene con el uso del preservativo.

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Infecciones bacterianas del tracto genital. Esta denominación agrupa algunas infecciones de transmisión sexual tan conocidas como la gonorrea, la clamidia, la sífilis o la chancroide, algunas de ellas asintomáticas en los hombres por lo que pueden contagiarlas sin saberlo.
Lo que tienen en común estos casos es que cursan con "alteraciones en el flujo genital y dolor pélvico", y el principal problema es que la infección derive en una enfermedad inflamatoria pélvica, que "puede desencadenar en esterilidad a largo y medio plazo, e incluso aumentar las tasas de embarazo extrauterino".

Para tratarlas es necesario tomar antibióticos y la única forma de prevención es a través del uso de preservativo porque, "no existe vacuna". La duración del tratamiento puede rondar los siete días, siempre y cuando se ataje a tiempo. Las expertas aseguran que la tasa de complicaciones es muy baja.

 Vaginosis bacteriana. La vaginosis bacteriana es una de las infecciones que más impacta en la sexualidad femenina. Las cifras apuntan a que afecta al 30% de las mujeres de entre 14 y 49 años en Estados Unidos, y entre el 4% y el 14% en Europa. Además, constituye hasta el 50% de los diagnósticos de infección vaginal, y aun así sigue siendo una gran desconocida.

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Los síntomas son: "Flujo abundante y con mal olor, más aún después de relaciones sexuales en las que hay contacto con el semen". Aunque en algunos casos puede pasar sin tratamiento, dicen desde el CDC, cuando hay síntomas hay que usar una crema (de cinco a siete días) que puede debilitar los preservativos. Por esto, afirman desde el centro de control de enfermedades, se recomienda la abstinencia hasta cinco días después de la última aplicación.

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Uretritis y cervicitis. El primer caso es "una inflamación de la uretra, que produce molestias locales y al orinar, y secreción de mucosa, mucopurulenta o purulenta", aunque también hay casos asintomáticos. La cervicitis, en cambio, "es frecuentemente asintomática, pero si aparecen signos son el exudado cervical mucopurulento o el sangrado cervical durante las relaciones sexuales o durante una exploración ginecológica", continúa.



Ambos casos se tratan con antibióticos y la duración depende del tipo que se recete (puede variar entre uno y siete días). Una vez más, "las parejas sexuales deben ser tratadas con el mismo régimen y se recomienda abstinencia hasta la finalización del tratamiento y desaparición de los síntomas".

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