El daño superficial conduce principalmente a una placenta anormalmente adherente, y se diagnostica como la ausencia total o parcial de la decidua en la histología. En la actualidad, la principal causa del espectro de acreta placentaria es la cirugía uterina y, en particular, la cicatriz uterina secundaria a la cesárea. En ausencia de reepitelización endometrial del área de la cicatriz, el trofoblasto y el tejido velloso pueden invadir profundamente dentro del miometrio, incluida su circulación, y alcanzar los órganos pélvicos circundantes.
Los cambios celulares en el trofoblasto observados en el espectro de la placenta acreta son probablemente secundarios al entorno miometrial inusual en el que se desarrolla, y no un defecto primario de la biología del trofoblasto que conduce a una invasión excesiva del miometrio. Los patólogos separaron el espectro de placenta ácreta en 3 categorías: placenta ácreta cuando las vellosidades simplemente se adhieren al miometrio, la placenta increta cuando las vellosidades invaden el miometrio y la placenta percreta donde las vellosidades invaden todo el grosor del miometrio.
Varios signos de ultrasonido prenatal del espectro de acreta placentaria se informaron en los últimos 35 años, principalmente la desaparición del tejido uteroplacentaria normal (zona clara), adelgazamiento extremo del miometrio subyacente y cambios vasculares dentro de la placenta (lagunas) y el lecho placentario (hipervascularidad ) La base fisiopatológica de estos signos se debe al daño permanente de la pared uterina hasta la serosa, y el tejido placentario llega a la circulación uterina profunda. La placentación adherente e invasiva puede coexistir en el mismo lecho placentario y evolucionar con el avance de la gestación. Esto puede explicar por qué no se encontró una o varias combinaciones de señales de ultrasonido específicas para la profundidad de la placentación anormal y precisas para el diagnóstico diferencial entre la placenta adherente y la invasiva. La correlación de los hallazgos patológicos y clínicos con las imágenes prenatales es esencial para mejorar el cribado, el diagnóstico y el manejo del espectro de acreta placentaria, y es necesario desarrollar protocolos estandarizados.
Acretismo placentario es un término histopatológico que define la placentación adversa e invasiva. Es más probable que el daño microscópico secundario a la extracción manual, el legrado uterino y la endometritis conduzcan a la placentación adherente superficial. Por el contrario, un defecto quirúrgico de la cicatriz se asocia tanto con la ausencia de reepitelización endometrial del área de la cicatriz como con la remodelación vascular alrededor del área de la cicatriz y favorece el desarrollo de la placentación invasiva.
En la placenta adherente, las vellosidades coriónicas están en contacto directo con el miometrio sin un plano obvio de escisión. El diagnóstico diferencial clínico entre una placenta anormalmente adherente y una placenta retenida puede ser difícil si la placenta es solo parcialmente adherente. En la placentación invasiva, las vellosidades placentarias penetran profundamente dentro de la pared uterina, incluso en la circulación miometrial, y no se pueden extraer manualmente o mediante curetaje. Con el aumento exponencial de la cesárea en todo el mundo y con el aumento de la edad materna y la necesidad de técnicas reproductivas artificiales y procedimientos quirúrgicos uterinos menores, la cantidad de casos de acretismo placentario, y en particular la placentación invasiva, continuará aumentando.
Los signos ecográficos de placentación adherente e invasiva varían con la edad gestacional y dependen del grosor y la composición del lecho placentario, los defectos previos de la cicatriz, la profundidad de la invasión y la extensión lateral del tejido velloso. La adherencia anormal y la invasión pueden coexistir en el mismo lecho placentario, por lo que la correlación precisa de los hallazgos patológicos y clínicos con las imágenes es esencial. Por lo tanto, es necesario que estos protocolos estén estandarizados y utilizados tanto por médicos como por patólogos para mejorar la precisión diagnóstica de la ecografía y para definir signos de ultrasonido que puedan ser útiles en el cribado de mujeres con alto riesgo de acretismo.
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