jueves, 15 de febrero de 2018

FISTULAS GENITALES. CONSECUENCIAS DE UN MAL PARTO EN EL MUNDO. LA TRAGEDIA QUE DESGARRA A MILLONES DE MUJERES

Resultat d'imatges de fistulas genitalesLos investigadores han encontrado fístulas genitales en el cuerpo momificado de una mujer de 2.000 años de antigüedad, y el médico persa Avicena ya las describió en el siglo XI como consecuencia de las complicaciones del parto y del matrimonio precoz.



En 1663, Hendrik von Roomhuyse, un cirujano de Ámsterdam, consiguió cerrar una de estas fisuras por primera vez, y en el siglo XIX el ginecólogo estadounidense Marion Sims experimentó con esclavas y suturó con éxito numerosas fístulas, por lo cual ha sido considerado el padre de esta especialidad quirúrgica. También en Europa, el parto ha provocado graves lesiones a las mujeres durante siglos, y los alumbramientos que ocasionaban desgarros en la madre acababan con la muerte del niño.


Desde la introducción de los partos en instalaciones hospitalarias, de los estudios de obstetricia y de las cesáreas, en Europa y en otros países occidentales las fístulas obstétricas son cosa del pasado. El doctor Ayanachew, uno de los mayores expertos del mundo, considera que el objetivo de la ONU de acabar con las fístulas para 2020 es inviable.



Con respecto a cuántas mujeres siguen padeciendo hoy estas lesiones, no tenemos más que conjeturas. La Organización Mundial de la Salud calcula que son unos dos millones las que tienen fístulas sin tratar. En un artículo de 2006, la prestigiosa revista médica The Lancet mencionaba la cifra de tres millones. A ellas se les añaden cada año unos 150.000 casos. Casi todas las mujeres afectadas viven en el África subsahariana y en Asia, y casi sin excepción son mujeres pobres de zonas que apenas disponen de atención sanitaria, centros médicos u hospitales, o que carecen de ellos por completo. Son mujeres circuncidadas y suturadas, dadas en matrimonio a edad demasiado temprana, cuyos cuerpos todavía no están formados para el embarazo y que están malnutridas o sufren desnutrición.



Etiopía es uno de los países de África en los que la mortalidad materna todavía es alta y las lesiones consecuencia del parto, el principal problema ginecológico. A principios del siglo XXI, en casi ningún otro lugar del mundo murieron de parto tantas mujeres como en Etiopía. Nadie ha llevado la cuenta de las que han sobrevivido con graves lesiones. Desde entonces, gracias a la mejora de su sistema de salud —financiada en parte por Naciones Unidas y los países occidentales—, se ha reducido la tasa de mortalidad materna en un 45%, lo cual es un verdadero éxito. No obstante, en comparación con otros países, el número de fallecimientos es muy alto, y los logros se limitan en buena parte a las zonas urbanas. En las zonas rurales, la atención sigue siendo muy deficitaria.



Naciones Unidas ha declarado la prevención de la mortalidad materna objetivo estratégico, y quiere reducirla a 70 casos por cada 100.000 partos con supervivencia. De hecho, según la Organización Mundial de la Salud, la mortalidad materna está en retroceso en todo el mundo. Desde 1990 se ha reducido en un 25%. Sin embargo, los logros con los que se han comprometido los donantes no están repartidos equitativamente. En Alemania, cada año mueren de cuatro a siete mujeres a consecuencia de las complicaciones en el parto. En los países de África situados al sur del Sáhara, la cifra es de 1.000 mujeres por 100.000 partos. La más alta tasa de mortalidad materna corresponde a Sierra Leona, con 1.360 fallecimientos. En Etiopía, el año pasado murieron 676.



No hay estadísticas sobre las mujeres que sufren lesiones. Para la gente, sobre todo en Occidente,  en general, las fístulas no existen, tal vez porque no constituyen una amenaza para la salud mundial, porque no existen medicamentos para tratarlas y ninguna gran empresa farmacéutica puede hacer negocio con ellas, y porque a nadie le gusta hablar de intestinos desgarrados y de orina y excrementos que se escapan. Y también porque solo afectan a un grupo marginal de mujeres negras o asiáticas, pobres y sin nadie que las defienda. El número de organizaciones que se dedican a combatir este mal se puede contar con los dedos. Las siguientes cifran muestran hasta qué punto es trágicamente mala la atención a las embarazadas en Etiopía: en Alemania, hay un médico por cada 226 pacientes; en Etiopía, uno por cada 33.500.



En Alemania, cada año mueren de cuatro a siete mujeres a consecuencia de las complicaciones en el parto. En Etiopía, el año pasado fueron 676

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