La Organización Mundial de la Salud (OMS, 2006) define la obesidad como una pandemia, sobre todo en países desarrollados. Su prevalencia es superior en mujeres que en hombres. En Europa, la prevalencia se ha triplicado en las dos últimas décadas y, si no se llevan a cabo acciones, se estima que, para el año 2010, 150 millones de adultos (el 20% de la población) y 15 millones de niños y adolescentes (el 10% de la población) serán obesos en la región europea de la OMS.
Los últimos datos de la Encuesta Nacional de Salud de nuestro país muestran que un 28% de las mujeres tienen sobrepeso y un 16% obesidad. Esto supone que un 44% de mujeres en edad reproductiva padece problemas de peso. Es por ello que la obesidad se considera un problema de salud pública. Este problema se ha acrecentado además por la crisis económica debido a una ingesta de peor calidad y a la ansiedad/tristeza que produce y que incrementa la tendencia a comer. Nos encontramos ante una generación XXL.
Aunque tradicionalmente se ha usado el índice de masa corporal (IMC) como indicador de la obesidad (peso normal: IMC de 20-25 kg/m2; obesidad: IMC≥30 kg/ m2; obesidad mórbida: IMC>40 kg/m2) recientemente tienden a usarse otros parámetros como la circunferencia abdominal o el ratio cintura/cadera, que tienen en cuenta la grasa visceral.
En el caso de la mujer embarazada la obesidad es un problema aún mayor, ya que tiene un importante impacto en la salud maternofetal e implica una mayor morbimortalidad perinatal.
Riesgos durante el embarazo.-Las mujeres obesas que buscan quedarse embarazadas deberían conocer los riesgos que su situación implica para el futuro de su gestación. La obesidad materna produce cambios en los mecanismos de adaptación fisiológicos y metabólicos fetales, pudiendo alterar la programación epigenética y la expresión genética dentro del útero, que se reflejará en la vida extrauterina produciendo modificaciones en el fenotipo y la predisposición a algunas enfermedades.
Diversos metanálisis han evidenciado que la obesidad en la mujer embarazada incrementa considerablemente el riesgo de complicaciones maternas como son las siguientes:
- En la primera gestación (primíparas), una mayor posibilidad de partos muy prematuros (previos a las 32 semanas) y muertes fetales tempranas o tardías.
- En las mujeres multíparas, es más elevado el riesgo de muerte fetal tardía, a las 28 semanas o posterior.
- Aumenta la frecuencia de preeclampsia, relacionada de manera directa con el incremento del índice de masa corporal (IMC).
- Mayor riesgo de dar a luz un lactante con un defecto del tubo neural (como la espina bífida), más allá de la ingesta de ácido fólico. Al parecer, el consumo adecuado de folato no parece conferir protección a estas mujeres, en comparación a las embarazadas de peso normal.
- Mayor riesgo de padecer diabetes gestacional, cuando se detectan altos niveles de glucosa por primera vez durante el embarazo en mujeres no diabéticas. A estas complicaciones habría que añadir las derivadas de la presencia de diabetes asociada a la obesidad. Se ha visto que la cirugía bariátrica reduce considerablemente la aparición de estas complicaciones
Las consecuencias de un mal control de esta enfermedad metabólica son muchas.
- Para la gestante: 1 de cada 4 afectadas desarrolla diabetes mellitus tipo 2 al cabo de 5 o 10 años.
- Para el futuro bebé: sufrir hipoglicemia neonatal y lesiones durante el parto; mayor riesgo de muerte; retraso en el desarrollo pulmonar; mayor riesgo de diabetes mellitus tipo 2 en la adolescencia y en la edad adulta, entre otras.
- las enfermedades tromboembólicas,
- las infecciones (infecciones del tracto urinario, endometritis) y
- las alteraciones respiratorias (asma, apnea de sueño).
Riesgos durante el parto.- Son más numerosas y frecuentes las complicaciones obstétricas, tales como un parto prolongado, lo cual aumenta el riesgo de cesárea (y la prolongación del tiempo de recuperación) y el de tener un niño prematuro. La obesidad se asocia también a un riesgo superior de complicaciones durante el parto como son:
- el parto postérmino, con una mayor necesidad de inducción y fracaso de ésta. El riesgo aumenta a medida que aumenta el peso
- una prolongación del período de dilatación, y
- un mayor número de cesáreas por no progresión de parto, siendo éstas además más complicadas por la desproporción pélvico.
No hay comentarios:
Publicar un comentario