De suero fisiológico y de gel cohesivo. De estas sustancias son ahora los implantes mamarios, y a decir de los especialistas, algunos de ellos son infinitamente más seguros que los que se utilizaban hace años, como las famosas PIP franceses, unas protésis con gel de silicona de mala calidad que se rompían con facilidad.
Parece que los de mayor aceptación son los implantes de gel cohesivo, tipo 3, ya que garantizan que en caso de rotura el gel va a permanecer dentro de la cubierta. En caso de que haya un accidente o el implante se rompa por cualquier motivo “nunca vamos a tener silicona desperdigada por el cuerpo de la paciente, y lo segundo que garantiza ese gel es que el implante no tiene porque romperse. Lo cual, no quiere decir que sea un implante que vaya a durar para siempre.
Cada vez se ven más casos de cirugía relacionadas con roturas de implante. Son implantes que se pusieron hace 25 años y que no eran de la calidad actual y van llegando a su término. Como a muchas pacientes no se les advirtió de la necesidad imperiosa de su sustitución, nos encontramos con implantes que tienen 20/ 25 años y que tenían que haber sido recambiados en 10 o 15 años. Es un problema creciente. Además y a diferencia de antaño, hoy en día la resonancia magnética y la ecografía en manos expertas detecta la rotura de implantes con eficacia muy elevada.
Cuando un implante tiene un gel que no es cohesivo tipo 3, la recomendación debería ser un cambio a los 10 años, pero para el tipo 3 no existe una fecha en la que se tenga que cambiar el implante. Aunque hay que seguir un protocolo de control clínico durante los primeros 15 años , revisiones anuales o bianuales y a partir de los 5 años un control radiológico, pero mientras que el implante se manifieste íntegro en la resonancia magnética , sabemos que el gel no se va a ir a ningún sitio podemos permanecer sin sustituir la prótesis.
Habitualmente en aumentos convencionales, la técnica que más se utiliza, es vía surco submamario: cuatro o cinco centímetros en función del tamaño de la protésis, y la cicatriz queda debajo de la mama. Hoy en día el aumento convencional es la estrella, es el más demandado. Las pacientes que lo piden suelen tener entre 25 y 40 años. Las más jóvenes aún no han tenido hijos y tienen poca mama, y las más mayores son mujeres que ya han sido madres y quieren arreglarse los pechos tras la lactancia.
En edades superiores, entre 60/70 años, no existe esta demanda, y es más frecuente la reducción mamaria, inclusos pacientes que han llevado implantes, solicitan esta reducción porque quieren más comodidad, menos exuberancia, más discreción. Para estos casos, hay unas cirugías específicas para retirar los implantes previos, colocar la mama en su sitio y sustituir el volumen que aportaba la prótesis por grasa de la propia paciente mediante injerto.
Lo que sucede es que aumenta el dolor del postoperatorio, y puede tener trascendencia respecto al resultado.
Luego están las infecciones, también comunes a cualquier infección.
Pero en el aumento mamario, hay una complicación que es muy importante y que debe conocer toda paciente que es la contractura capsular. Esta contractura es una de las causas más frecuentes de cirugía secundaria junto a la rotura.
Las pacientes deben saber qué implante les están poniendo, cuales son las alternativas y que conozcan que no todos los implantes son iguales: los hay muy buenos y muy malos y algunos como los PIP.
En cuanto a los implantes de suero, si estos se rompen y hay un escape, este se reabsorbe sin problemas para el organismo.Estos últimos implantes, tienen una duración de 10 /12 años, lo que obliga a cambiarlos porque se acaban rompiendo, aunque su rotura sea inocua.
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