jueves, 24 de noviembre de 2016

HAY QUE DEJAR IR A QUIEN NUNCA HA ESTADO, O RECIENTEMENTE NO HA ESTADO.

Hay que dejar ir a quien nunca ha estado

No hace falta irse para no estar. Hay muchas maneras de no presentarse en la vida de alguien. Debemos plantearnos aquello de dejar de buscar excusas para quedarnos y decir adiós o dejar ir.

Pero un ADIÓS de esos que se visten con tilde y mayúsculas, y así se cierran todos los huecos por los que se pudiera volver a entrar. A cal y canto.

O sea, que igual, en vez de dejar ir lo que debemos aprender es a marcharnos nosotros cuando vivimos una situación que nos desgasta y no tiene solución. Cuando eres capaz de desligarte de algo que te ha aprisionado durante mucho tiempo consigues aclarar tu mente y deshacerte de las ausencias que no comprendías y mantenían tu vida pendiente de un hilo.

Crecer es aprender a decir adiós. Conseguir decir adiós, o dejar ir a quien nunca ha estado, significa no retroceder, separar lo que nos enriquece de lo que nos desgasta, cuidar nuestra propia valía y dejar de arrastrarnos suplicando migajas de un amor que solo existe en nuestra mente.

Cuando no hay reciprocidad, o la balanza se inclina hacia el dolor, la relación pierde todo sentido y, por lo tanto, lo único que se consigue es que agonicemos a la espera del sello que finiquite el final que estaba entretejiendo sus hilos.

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