El dolor vulvar en la prepubertad, casi siempre se ha interpretado y etiquetado en una serie de compartimentos convencionales; infeccioso, traumático, dermatológico…pero lo cierto es que cada vez se está llamando más la atención sobre el dolor sin causa evidente o vulvodinia.
En el Congreso Internacional para el Estudio de la Enfermedades vulvo-vaginales en 2003 se estableció una clasificación:
- Dolor vulvar asociado a desórdenes específicos infecciosos, inflamatorios, neoplásicos, o neurológicos
-
Vulvodinia: a) Generalizada b) Localizada
La vulvodinia se define como incomodidad o dolor
urente, punzante o irritante vaginal, sin evidenciarse alteraciones anatómicas,
funcionales o neurológicas clínicamente identificables. En la generalizada, el
dolor afecta a toda la vulva, y puede ser espontáneo, o provocado por contacto
físico sexual o no sexual. En la forma localizada el dolor afecta sólo al
vestíbulo y se denomina también vestibulitis o vestibulodinia, pudiendo ser
primaria o secundaria.
En la VULVODINIA primaria los síntomas pueden aparecer con la colocación del primer tampón o la primera relación sexual, mientras que en la VULVODINIA secundaria se desarrolla más tarde, sin factores primarios desencadenantes identificables.
Su incidencia parece ser que está infravalorada, ya que los estudios epidemiológicos han puesto en evidencia que afecta al 9-12% de la población general, y al 15% de las pacientes con problemas ginecológicos, sin encontrarse diferencias atribuibles a raza, edad, factores socio económicos, o educacionales. La presencia de este dolor en el área urogenital, no sólo deteriora la actividad sexual sino que merma la calidad de vida y el bienestar general; esto se ha constatado también, en una consulta de preadolescentes con dolor vulvar de larga evolución, sin diagnóstico correcto, y con exploración física normal observándose mayores porcentajes de ansiedad, alteraciones psicológicas y depresión en estas pacientes, por lo que se ha insistido en la necesidad de identificar precozmente el trastorno con el objetivo de minimizar su impacto sobre la imagen corporal, la autoestima y las conductas sexuales posteriores.
En las adolescentes, este dolor vulvar recurrente, se ha relacionado con varios factores como la actividad sexual, colocación de tampones siendo vírgenes, la utilización precoz de anticonceptivos hormonales, descenso de la líbido, infecciones candidiásicas y urinarias recurrentes y dispareunia primaria… pero lo cierto, es que se está bastante lejos de conocer con precisión la etiología, que posiblemente sea multifactorial.
El diagnóstico se basa en la historia médica y sexual, que incluya las características del dolor, el momento de aparición y la duración del mismo (superior a tres meses) así como los factores desencadenantes: tampones, coito, contacto físico… Se debe hacer la exploración física sistemática de los genitales: tinción con acético, cultivos si se cree oportuno y presión con una torunda de algodón sobre clítoris, borde de labios menores y vestíbulo para identificar el área dolorosa y excluir causas anatómicas
El tratamiento, complejo, dada la etiología poco clara incluye: medidas higiénicas, dietéticas, cuidados locales, medidas farmacológicas entre las que se incluyen tratamientos tópicos y antidepresivos, técnicas de terapia física, e incluso vestibulectomía.
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