La cirugía para reparar el prolapso de órganos pélvicos a menudo conlleva el riesgo de incontinencia urinaria posterior en un 25% de los casos. Para evitar la programación de una segunda cirugía, algunas mujeres pueden optar por tener un segundo procedimiento dentro del mismo acto quirúrgico, para reducir la incontinencia que se manifiesto después de la cirugía, al corregir los ejes de los órganos prolapsados, siempre teniendo en cuenta los beneficios de la inserción de una banda suburetral, como los potenciales riesgos de la técnica.
Un estudio randomizado sobre 337 mujeres de 60 años promedio, publicado en la revista New England Journal de Medicina ha encontrado que la cirugía, en apoyo de la técnica de cabestrillo, reduce la tasa de incontinencia posterior al tratamiento del prolapso, pero también conlleva el riesgo de complicaciones tales como la dificultad para vaciar la vejiga, infección del tracto urinario, perforación de la vejiga y sangrado. Al 50% de pacientes se les colocó una banda suburetral después de la cirugía del prolapso, en prevención de la incontinencia posterior, encontrándose el doble de incontinencia en las pacientes a las que no se les colocó la banda suburetral, pero también fue el grupo más propenso a las complicaciones.
No es fácil el diagnóstico de la incontinencia urinaria oculta, pero ayudan las pruebas urodinámicas, el Valsalva en consulta pidiendo que la paciente tosa una vez recolocados los órganos prolapsados y con vejiga llena. Nosotros realizamos dicha prueba de rutina en quirófano, una vez corregido el prolapso. Si la paciente tiene una incontinencia masiva, colocamos una banda suburetral porque lo más probable es que quede una incontinencia y las complicaciones son insignificantes con las nuevas minibandas.
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