El diagnóstico y la intervención temprana en casos de enfermedad vulvar son cruciales para reducir su impacto en mujeres. Este trastorno está identificado como una condición inflamatoria crónica de la piel, que afecta a una de cada 70 mujeres que acuden a las consultas de Ginecología.
El liquen escleroso vulvar (VLS, por sus siglas en inglés) afecta a una de cada 70 mujeres que visitan una clínica de ginecología general. La condición es dolorosa, puede restringir la vida diaria, como ir al baño, sentarse, hacer ejercicio, actividad sexual y socializar, y puede volverse cancerosa si no se trata. La prevalencia en la población sigue sin estar clara, ya que la afección no se informa ni se diagnostica correctamente.
En este sentido, un estudio realizado por las Universidades de Bristol y Warwick, encontró que las mujeres con VLS a menudo buscan ayuda en múltiples ocasiones y con frecuencia reciben diagnósticos y tratamientos incorrectos para una variedad de afecciones, como candidiasis bucal y síntomas genitourinarios de la menopausia.
Los investigadores sugieren que al revisar a las mujeres con síntomas vulvares, que pueden ser inespecíficos, los médicos deberían considerar los VLS si una paciente responde afirmativamente a cuestiones como si ha presentado previamente estos síntomas; si los hisopados para candidiasis han sido negativos; si se ha autotratado con remedios para candidiasis; o si ha percibido manchas blancas o un cambio en la forma de la piel de la vulva. Y es que, como recalcan, el diagnóstico y la intervención temprana de VLS son cruciales para reducir el impacto en la vida de las afectadas.
Los síntomas vulvares no deben aceptarse como una parte normal del envejecimiento o de ser mujer. La exploración física, y no una consulta virtual, es clave, idealmente por alguien interesado en la salud de la mujer.
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