martes, 7 de febrero de 2023

QUÉ ES Y CÓMO FUNCIONA EL SUELO PELVICO

Para muchas mujeres el suelo pélvico es un gran desconocido y, sin embargo, es muy importante para nuestra calidad de vida. Si esta musculatura está debilitada afectará a nuestro bienestar físico y psíquico. 

El suelo pélvico es un conjunto de músculos y ligamentos que cierran la cavidad abdominal en su parte inferior. Su función es sostener los órganos pélvicos (vejiga y uretra, útero y vagina; y recto) en la posición adecuada porque de ello depende su normal funcionamiento.

Se cree que esta estructura tiene forma de hamaca pero esta idea errónea, debemos más bien imaginarnos un “puente colgante”. En este puente imaginario tendríamos el hueso sacro en un extremo (donde finaliza la columna vertebral) y en el otro lado el pubis. Los “cables suspensorios”, que gracias a su tensión adecuada mantendrían el puente firme, serían principalmente los ligamentos de sostén. Éstos unen las estructuras óseas con los órganos pélvicos, que se encontrarían colgando de este puente. Por último, el suelo del puente lo formaría un plano muscular (concretamente el músculo elevador del ano) y una lámina de tejido conjuntivo (es el tejido que en nuestro organismo proporciona sostén, donde encontramos fibras de colágeno ordenadas en paralelo, a modo de lámina; en el caso del suelo pélvico se llama fascia endopélvica).

A diferencia de un puente estático, nuestro suelo pélvico no es rígido, es algo dinámico, que se adapta a nuestro movimiento, a los cambios posturales… siempre manteniendo una adecuada tensión que sujete nuestra vejiga, el útero y el recto dentro de la pelvis. Cuando el suelo pélvico se debilita, las estructuras que sostiene descienden y por lo tanto se altera su función. Así, surgen problemas que pueden afectar como pérdidas de orina, molestias, dolor e incluso prolapsos (caída de los órganos intraabdominales).

Causas principales de debilitamiento del suelo pélvico. El parto vaginal, la edad, algunos deportes, el estreñimiento o la obesidad son factores de riesgo que pueden desembocar en incontinencia. Fortalecer nuestro suelo pélvico puede reducir estos problemas. 

No es fácil identificar qué mujeres, con un suelo pélvico aparentemente normal, pueden desarrollar una alteración y, por lo tanto, un mal funcionamiento de su suelo pélvico, debido a lo que llamaríamos una disposición natural individual condicionada por su genética: su raza, su tipo de tejido conjuntivo, su colágeno etc. En cambio, sí están definidas las circunstancias que pueden producir debilitamiento del suelo pélvico y sobre las que se pueden desarrollar programas de prevención.

Sin lugar a dudas, la principal causa de daño de los músculos y ligamentos de sostén del suelo pélvico es el parto vaginal. Dependiendo de cómo se haya desarrollado el embarazo, el periodo de dilatación y el expulsivo final del bebé, se derivarán futuras molestias y anomalías en el funcionamiento de la vejiga, del recto y, por supuesto, de la sexualidad.

Otros factores de riesgo que pueden generar daño en el suelo pélvico son: El estreñimiento crónico. Algunas prácticas deportivas que ocasionan un aumento repetitivo de la presión intraabdominal, como correr, halterofilia, CrossFit... La obesidad o sobrepeso está claramente relacionado con la debilidad de los tejidos de sostén de la vejiga. Pacientes de enfermedades respiratorias crónicas y grandes fumadoras que a causa de los accesos de tos repetidos y enérgicos acaban desarrollando también debilidad y defectos anatómicos. Y, por último, mujeres que han sido sometidas a cirugía ginecológica o a tratamientos agresivos como radioterapia de tumores pélvicos, por ejemplo, y que pueden sufrir a posteriori alteraciones de la estructura del suelo pélvico. 

Por lo tanto, es muy importante mantener hábitos de vida sanos y realizar ejercicios destinados a fortalecer el suelo pélvico cuando se de alguna de estas circunstancias y en especial durante el embarazo y el postparto.

“Noto un bulto en mis genitales”. Muchas mujeres llegan a la consulta del ginecólogo asustadas porque sienten como si algo saliera de su vagina. Es un síntoma de que el suelo pélvico falla. 

Ésta es una de las consultas mas frecuentes que refieren los ginecólogos en su trato con las pacientes. Muchas mujeres incluso acuden al servicio de urgencias, asustadas, al notar de repente en su aseo íntimo que un bulto asoma por la vagina o por tener la sensación de una molestia tipo “peso”. En estos casos no hay que alarmarse, porque no se trata de ningún tumor, sino de un prolapso o hernia de los órganos pélvicos que están perdiendo el sostén adecuado dentro de la pelvis. Es decir, su suelo pélvico está fallando y no puede contener los órganos, que descienden hasta “salir” por la vagina.

¿Por qué se produce?. Una vez más el factor de riesgo más importante es el embarazo y el parto. En el momento del expulsivo del feto, se produce una gran distensión de los músculos y del tejido conjuntivo de sostén del suelo pélvico, a veces llegan incluso a desgarrarse fascículos de estos músculos y producirse pérdidas de inervación (todo músculo necesita el estímulo de un nervio para contraerse y relajarse), que hacen que se debiliten y pierdan su tensión natural.

En otras ocasiones, un bebé demasiado grande o la necesidad de usar un instrumento tipo fórceps o espátulas pueden dañar también las estructuras del suelo pélvico y con ello que la vejiga, el útero o el recto pierdan su sujeción, descolgándose a corto-medio plazo a través de la vagina.

¿Qué debes hacer si notas este problema?. Lo primero acudir a la consulta de tu ginecólogo para que él o ella evalúen qué tipo de prolapso tienes, y cuál es su grado o intensidad. En función de esto, el especialista prescribirá el tratamiento más adecuado. que puede ir desde un programa rehabilitador de ejercicios para fortalecer la musculatura hasta la cirugía.

Tipos y grados de prolapsos genitales. A veces el suelo pélvico está tan debilitado que no puede cumplir su función de soporte, y alguno de los órganos pélvicos desciende hasta salir por la vagina. En estos casos es necesario que un especialista valore cuál es el tipo de prolapso y su tratamiento. 

Si éste es tu caso lo primero de todo es no alarmarse porque la mayoría de las veces no se trata de un tumor sino de un prolapso, el descenso de uno de los órganos pélvicos al no poder sujetarlo correctamente la musculatura de un suelo pélvico debilitado. Normalmente, el embarazo y los partos vaginales son la causa que provoca este problema. Suele aparecer en mujeres que ya han llegado a la menopausia, y sólo si han tenido múltiples partos y muy traumáticos se puede ver en mujeres jóvenes.

Dependiendo de qué órgano descienda el prolapso se divide en:
  • Cistocele: la vejiga urinaria asoma en la cara anterior de la pared vaginal. 
  • Rectocele: el recto (el tramo final del intestino grueso al llegar al ano) desciende sobre la cara posterior vaginal. 
  • Prolapso uterino: en este caso es el útero el que desciende asomando el cuello primero y después el cuerpo uterino. 
  • Enterocele: las asas intestinales se hernian a través del fondo posterior de la vagina. 
  • Prolapso de cúpula vaginal: ocurre en mujeres a las que se les ha extirpado el útero (histerectomia). La vagina, que es un saco ciego, se da la vuelta como si lo pusieran del revés, lo de dentro hacia afuera. 
Dependiendo de la gravedad del prolapso, el ginecólogo que examina a la mujer en la mesa de exploración, catalogara el prolapso dentro de un baremo de 4 grados. A cada uno de ellos le corresponde un tratamiento específico:
  • Grado 1 o leve: ligero descenso en el interior de la vagina. 
  • Grado 2 o moderado: el descenso alcanza la entrada de la vagina. 
  • Grado 3 o grave: el prolapso sobrepasa la entrada de la vagina, la mujer se toca o nota perfectamente el bulto al caminar, sobre todo cuando realiza esfuerzos. 
  • Grado 4 o total: el órgano (vejiga, útero o recto) están completamente fuera, incluso en reposo. 
Los grados 1 y 2, si ocasionan molestias, deben tratarse con fisioterapia y un cambio de hábitos (dietéticos para corregir, por ejemplo, el estreñimiento, adelgazar, limitar el sobreesfuerzo fisico…).

Los grados 3 y 4 generalmente necesitan cirugia para ser corregidos, unas veces con extirpación del órgano que se sale, en el caso del útero, y otras reconstruyendo el defecto con colocación de mallas que compensan el suelo pélvico debilitado sustituyéndolo por material sintético que hace de nuevo tejido de sostén, como en el caso de la vejiga o el recto

Unidades de suelo pélvico: ¿qué son?. Hasta hace poco, las mujeres que tenían una afección del suelo pélvico eran tratadas exclusivamente del síntoma que manifestara. Hoy en día un equipo multidisciplinar de especialistas se ocupa de atenderla de forma integral. Hasta hace bien poco, las personas que tenían una afección de suelo pélvico solían ser tratadas sin considerarlo como un todo, atendiendo a las pérdidas de orina sin considerar sus disfunciones sexuales o su estreñimiento.

La medicina, en muchas ocasiones, avanza al ritmo que la sociedad de bienestar la demanda. En este sentido, en el mundo occidental, la mujer ha experimentado, con la mejora en su esperanza, un mayor protagonismo en la atención recibida durante el embarazo, el postparto y la menopausia.

Por esta razón, en la última década ha ido creciendo la necesidad de responder al alto índice de patologías asociadas al suelo pélvico desde una perspectiva más integral, que implique a diferentes especialidades. Cuando el suelo pélvico se debilita puede presentar problemas que afecten simultáneamente al aparato urinario y al genital o el digestivo.

Con esa finalidad, se están empezando a desarrollar las Unidades de Suelo Pélvico en numerosos hospitales en nuestro país. En estas unidades, un equipo multidisciplinar formado por ginecólogos, urólogos, coloproctólogos, fisioterapeutas, matronas, sexólogos… aborda de forma conjunta a la paciente.

Generalmente las unidades de suelo pélvico trabajan en dos sentidos: por un lado en programas de prevención, y por otro, en el diagnóstico y tratamiento de las patologías.

La prevención es fundamental, y dado que el daño del suelo pélvico suele iniciarse en el embarazo y el parto, son los equipos de ginecología, fisioterapia y las matronas, los encargados de establecer programas preparto dirigidos a la rehabilitación de la musculatura del suelo pélvico, sobre todo en aquellas mujeres con riesgo añadidos, como por ejemplo: sobrepeso, embarazo gemelar, añosidad, presencia de pérdidas de orina al comienzo del embarazo…

La prevención postparto también es clave, una vez el proceso del expulsivo fetal ha ocasionado el daño por compresión directa de nervios o estiramiento de fibras musculares con rotura de las mismas…, es importante acudir a una valoración de la fuerza y la resistencia del suelo pélvico, sobre todo en casos de desgarros, episiotomías, fórceps o partos prolongados…

Consejos esenciales para cuidar nuestro suelo pélvico. Sentirse bien es muy importante para poder disfrutar con salud y buen humor la vida ajetreada que llevamos. A veces olvidamos cuidar nuestro suelo pélvico, aquí tenéis unos consejos básicos para fortalecerlo. 

Con el ritmo de vida que llevamos, olvidamos cuidarnos y nuestro suelo pélvico es fundamental, porque de su buen estado depende la sexualidad, la micción y la defecación. Tenemos la tendencia a hacer todo deprisa y priorizamos la atención a nuestros hijos, el trabajo… sin embargo nuestro bienestar físico y psíquico depende de algo tan sencillo como mantener hábitos de vida saludables, y esto también es válido para cuidar nuestro suelo pélvico.
  • Evita retener la vejiga llena por mucho tiempo (orina aproximadamente 6 veces al día). 
  • Cuando vayas a orinar o a hacer deposición deja que la vejiga o el recto se vacíen solos, no fuerces o empujes con los abdominales, tómate tu tiempo. 
  • Hidrátate adecuadamente pero sin exceder los 2 litros al día. 
  • Realiza una adecuada higiene genital y cuida la flora natural de la zona. 
  • Cuida el sobrepeso y el estreñimiento con una dieta equilibrada rica en fibra, presente en frutas y verduras, sin olvidar el ejercicio fisico. 
  • Conoce tu suelo pélvico y fortalécelo en los momentos de tu vida que lo pueden dañar, como en el embarazo, el postparto o en la menopausia.
¿Sabes dónde están los músculos de tu suelo pélvico?. Aunque parece una pregunta sencilla, la verdad es que muchas mujeres tienen una idea bastante ambigua o son incapaces de contestar. No seas una de ellas. Descubre cómo tomar conciencia de tu suelo pélvico. 

Para poder fortalecer la musculatura del suelo pélvico necesitamos tener un buen control de la contracción de estos músculos. Porque únicamente se fortalecen si los contraemos. Esto es importante, porque en ocasiones se comenta que el suelo pélvico se contrae realizando determinados movimientos de la pelvis o del abdomen y, aunque esto es cierto, no es una contracción lo suficientemente potente como para fortalecer estos músculos. No podemos hablar de reeducación del suelo pélvico si no hay una actividad directa de los músculos que forman parte del suelo pélvico. Por esta razón, lo más importante para empezar a realizar el fortalecimiento es tomar conciencia de la contracción de estos músculos.

Existen muchas maneras de percibir la contracción del suelo pélvico, podemos colocar nuestros dedos justo entre la entrada de la vagina y el esfínter del ano, en la zona denominada centro perineal y cuando contraemos el suelo pélvico debemos sentir la contracción de los músculos bajo nuestros dedos, otra opción es colocar un espejo en la región perineal para poder observar lo que ocurre cuando realizamos la contracción. En este caso debemos observar que la vagina se cierra y se desplaza hacia dentro. También existen aparatos más sofisticados que nos ayudan a visualizar el grado de contracción que estamos realizando. Este tipo de aparatos, además de servirnos para identificar la contracción y para registrar el nivel de fuerza que tienen, también nos van a permitir entrenar la musculatura.

Por otro lado, intentar cortar la micción una sola vez para sentir la actividad de estos músculos y sobre todo, el efecto de cierre sobre la uretra, puede servir de ayuda para identificarlos. No obstante, nunca se realizará esta tarea de forma repetida y mucho menos con la intención de fortalecer los músculos del suelo pélvico ya que esto podría causar disfunciones y problemas en la vejiga. En cualquier caso, imaginar que estamos cortando la micción es una orden válida que puede servir de ayuda para tomar conciencia de la actividad de estos músculos

La incontinencia de esfuerzo. ¿Se te escapa la orina al estornudar?, ¿al toser?, ¿cuando estás haciendo ejercicio o te ríes? Entonces es muy probable que tu suelo pélvico esté dañado y que el mínimo esfuerzo provoque pérdidas de orina. 

Cuando en nuestra vida cotidiana realizamos esfuerzos o algunas actividades físicas, como levantar un peso, estamos transmitiendo un aumento de “presión abdominal” al suelo pélvico que provoca un descenso de la vejiga y la uretra. Si nuestra musculatura pélvica tiene buen tono, no supondrá mayor problema, pero si los elementos de sostén de la vejiga y la uretra están debilitados o dañados, los mecanismos de continencia fallarán y se producirán escapes. Reírse, toser o estornudar puede ser un “drama”.

¿Por qué sucede esto? Normalmente se debe a que la uretra ha perdido el anclaje correcto con el pubis o que no está bien sujeta porque la vagina está laxa o débil. Esto provoca que la uretra bascula hacia abajo tras el esfuerzo y se abre.

Si la intensidad del daño es mayor en la parte anterior del suelo pélvico, que es donde se sitúan la vejiga y la uretra, los escapes de orina pueden llegar a producirse con minimos esfuerzos, simplemente con cambiar de postura (de estar sentada a levantarse, por ejemplo), caminar rápido o subir escaleras.

Cuando las fugas de orina se producen casi sin darnos cuenta, o no recordamos siquiera haber realizado algún esfuerzo, se debe a que la uretra está practicamente “abierta“. Esta situación suele darse en mujeres mayores cuyo esfínter uretral (el músculo circular que mantiene cerrada la uretra en reposo) se encuentra alterado.

El origen de ese tipo de incontinencia puede provenir de la disminución de estrógenos en la menopausia, que reduce la resistencia del flujo de la orina a través de la uretra, o por las alteraciones en el suelo pélvico que han sido provocadas por partos múltiples o cirugías pélvicas. Si tienes pérdidas de orina al realizar un esfuerzo es muy importante que acudas a un profesional para que evalúe el estado de tu suelo pélvico y te recomiende el tratamiento que mejor se ajuste a tu caso.

Cómo coger pesos sin dañar el suelo pélvico. Diariamente tenemos que cargar con cantidad de objetos, muchos de ellos pesados... ¿sabías que si no los coges correctamente puedes acabar debilitando el suelo pélvico y teniendo pérdidas de orina? 

Si de forma continuada cargamos incorrectamente objetos pesados tipo maletas, bolsas, cajas… o incluso bebés o niños, podemos a largo plazo alterar la función del suelo pélvico y aumentar los riesgos de pérdidas de orina durante esos esfuerzos. ¿Cómo podemos evitarlo? Aprendiendo a colocar nuestro cuerpo y automatizar este movimiento.

La acción de recoger un peso del suelo o de algún lugar cercano, implica que tenemos que flexionar nuestro cuerpo para poder cargarlo. La inclinación de nuestro cuerpo puede realizarse de muy distintas maneras, flexionando nuestra columna, flexionando las rodillas o flexionando nuestras caderas. La flexión a través de la columna no es el movimiento más adecuado ya que pone en tensión a las estructuras que estabilizan las vértebras y los discos vertebrales (elementos relacionados con los dolores de espalda), pero además, durante el movimiento se pierde la alineación correcta de la columna y de la pelvis. La pérdida de la alineación entre columna y pelvis afecta a la actividad de suelo pélvico. Estudios recientes han demostrado que la actividad de suelo pélvico es mayor cuando ambas estructuras están correctamente alineadas.

El problema aparece cuando lo que cargamos es pesado. En este caso necesitamos que nuestro suelo pélvico funcione correctamente y pueda responder a la carga del objeto sin poner en riesgo nuestra continencia. Es entonces cuando, si no cuidamos nuestra forma de levantarlo, estaremos haciendo un daño al suelo pélvico que puede derivar en problemas de incontinencia.

La acción correcta es inclinarnos utilizando nuestras caderas y nuestras rodillas al mismo tiempo, es decir, tratar de mantener la columna y la pelvis en posición neutra (correctamente alineadas) y flexionarnos utilizando las articulaciones de la cadera y de la rodilla, nunca la columna. Además, si queremos proteger nuestro suelo pélvico es importante contraerlo justo antes de cargar el peso y mantenerlo contraido hasta que nos incorporemos de nuevo. De esta manera, prevenimos problemas de espalda y además alteración en el suelo pélvico.

¿Nuestra postura afecta al suelo pélvico?. Pues sí. Dime cómo colocas la espalda y la pelvis y te diré si tienes posibilidades de tener pérdidas de orina o prolapsos. Un estudio reciente demuestra que si ambas no están alineadas pueden impedir la correcta actividad del suelo pélvico. 

Hace unos cuantos años que se estudia en profundidad el suelo pélvico: sus funciones, sus características, sus factores de riesgo, su tratamiento… Recientemente varios estudios han demostrado que la actividad del suelo pélvico cambia en función de la postura de la mujer.

Cuando nos encontramos en una posición tumbada, la actividad de estos músculos es mínima porque el suelo pélvico no debe soportar el peso del abdomen y se encuentra relajado. Pero a medida que nos vamos incorporando, la actividad aumenta. Este hecho se debe fundamentalmente a la gravedad. En las posiciones de sentadas o, sobre todo, en la de estar de pie, el suelo pélvico se activa para soportar el peso de nuestro abdomen.

Sin embargo, también se ha demostrado que la actividad del suelo pélvico aumenta cuando nuestra columna y nuestra pelvis se encuentran correctamente alineadas, es decir con sus curvaturas fisiológicas adecuadas. Si adoptamos posturas incorrectas, muchas veces por fatiga, dolor, falta de ejercicio o problemas de espalda, perdemos la actividad del suelo pélvico lo que puede provocar que no funcione correctamente, aumentando los riesgos de pérdidas de orina o de prolapsos. De hecho, un estudio reciente ha observado que las mujeres con prolapsos suelen tener una postura con menos curvatura lumbar de lo normal.

Como consecuencia, la higiene postural es una medida de prevención importante de los problemas de suelo pélvico. Por tanto, será imprescindible tener en cuenta nuestra postura cuando estemos realizando el trabajo del suelo pélvico.

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