miércoles, 18 de diciembre de 2019

NATALIDAD BAJA PERO EL NEGOCIO DE LA FERTILIDAD SUBE

Las mujeres tienen menos hijos y más tarde. La ciencia trata de compensar esta caída de fertilidad con soluciones que están catapultando a esta industria. El gran capital ya está dentro.

El número de niños nacidos en España sigue cayendo. No solo tenemos menos hijos, sino que los tenemos más tarde. Se puede hablar de crisis demográfica, pero también de una Edad de Oro para la industria de la fertilidad. Las empresas y científicos que trabajan para que esas treintañeras o cuarentañeras que quieren tener hijos lo consigan viven actualmente un momento dulce y el gran capital se ha dado cuenta: los fondos de inversión y de capital riesgo hace tiempo que han puesto sus ojos —y su dinero— en un sector a prueba de bombas.

Porque, haya recesión o bonanza, alguien siempre querrá tener hijos. Biológicamente es una necesidad, culturalmente es un deseo. En España, como en el resto de países occidentales, la edad media a la que se tiene el primer hijo es de 32 años.

No es solo que cada vez más mujeres deciden ser madres al rondar los 40, sino que cada vez más mujeres solteras quieren tenerlos, más parejas homosexuales quieren tenerlos y la calidad del semen cada vez es peor. Por eso están surgiendo sin parar soluciones científicas para que la tasa de éxito de la inseminación aumente, nuevos bancos de almacenamiento de óvulos o esperma con precios más asequibles u orientados al público LGTB, empresas tecnológicas para almacenar esos datos genéticos en la nube, tecnologías de encriptación específicas para esos datos, más 'software' para manejar esas tecnologías, compañías bancarias para financiar esos tratamientos y empresas de seguros para compensar si no funcionan... el huracán no para de crecer, y cuantos menos niños nazcan, más crecerá.

Según los datos de Sable, de los 130 millones de nacimientos que hubo el año pasado en el mundo, 550.000 (un 4%) se produjeron gracias a la reproducción asistida. Para ello fueron necesarios 2,5 millones de ciclos de fertilización in vitro, por el que las parejas pueden llegar a pagar hasta 23.000 euros. Solamente en España, las clínicas de fertilidad han crecido de 190 a más de 300 en los últimos 16 años, pero para que las previsiones se hagan realidad, necesitarán expandirse mucho más.

¿Los próximos objetivos? Además de los citados colectivos LGTB o pacientes con cáncer (tratamientos como la quimioterapia afectan a la capacidad de producir óvulos, por lo que se recomienda también congelar embriones, óvulos o tejido ovárico) muchas empresas se están centrando también en colectivos con pocos recursos y dificultades para acceder a un proceso de reproducción asistida.

En el congreso, entre cánulas de última tecnología para insertar los embriones fecundados, sistemas tecnológicos para observar los blastocitos, embriones de cinco o seis días, donde multinacionales como Nikon o Fujifilm buscan su parte del pastel, aparecen aquí y allá empresas financieras que se están especializando también en los créditos para tratamientos de fertilidad. Una de ellas, United Medical Credit, se anuncia de la siguiente manera: "Ayudamos a pacientes a los que otros no. Hasta un 40% más de tratamientos aprobados".

En uno de los pasillos hay estandartes que listan a los donantes que han contribuido con dinero a la asociación. El mayor de ellos, con un millón de dólares, es Kwang Yul-Cha, dueño del CHA Fertility Center de Los Ángeles. Este filántropo, eufemismo de multimillonario, ha tenido algún que otro escándalo a sus espaldas. En julio de este año, su clínica reconoció que mezclaron dos embriones fecundados de forma que dos madres acabaron dando a luz al hijo de la otra. Una de las parejas, residente en Nueva York, se percató de ello al ver que su recién nacido carecía de rasgos asiáticos. Este año, su clínica reconoció que mezclaron dos embriones fecundados de forma que dos madres acabaron dando a luz al hijo de la otra

Antes de esto, Kwang Yul Cha también generó alguna que otra polémica entre los investigadores en medicina reproductiva, especialmente tras un estudio, publicado en el 'Journal of Reproductive Medicine', en el que afirmaba que los rezos enviados desde EEUU, Canadá y Australia incrementaban en un 100% las tasas de embarazo entre pacientes coreanas sometidas a tratamientos de fertilidad.

La moraleja de todo esto no es solamente que los pecados profesionales pueden lavarse con una buena donación a la causa, sino que en la medicina reproductiva todavía conviven la ciencia y la pseudociencia, y con el crecimiento de la industria, ambas suben por igual. Tenemos 30.000 usuarias en todo el mundo de las cuales 4.000 vienen de España.
En este 'boom' de la fertilidad, nuestro país supo hacerlo muy bien conjugando unas férreas políticas de privacidad con estímulos económicos a la donación de óvulos. De ahí que un 50% de todos los óvulos donados en Europa estén en España y que cada año muchas pacientes, principalmente de Italia y Francia, vengan aquí a someterse a tratamientos.

La industria de la fertilidad no ha evolucionado mucho en los últimos 20 años, se llegó a un cierto nivel de resultados e incrementarlo un 5% o un 10% más es muy difícil. La genética es quizá el campo donde se están aportando mayores novedades dentro de la industria. Más allá de eso, la entrada de grandes inversores en un sector todavía muy atomizado garantiza que en los próximos años ocurrirá algo parecido a lo que pasó con los dentistas, la aparición de grandes actores con clínicas de fertilidad repartidas por muchos sitios. Y junto a eso, más competencia para dar paso a una nueva carrera científica: la de acabar con la infertilidad.

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