Queremos explicar 4 enfermedades de la piel que son específicas del embarazo y/o el postparto reciente. Por suerte no son muy frecuentes y la mayoría de embarazadas no las van a padecer, pero conviene saber que existen para acudir al ginecólogo y al dermatólogo en caso de que observemos algún cambio que nos haga sospechar.
Allá vamos, como siempre intentando explicaros las cosas de forma clara y concisa:
- Erupción atópica del embarazo (dermatitis atópica, prurigo del embarazo y foliculitis pruriginosa del embarazo): es quizás la entidad que aparece de forma más temprana de las cuatro, y consiste en la aparición de molestias y picor en la piel, sobretodo en el tronco y extremidades. Se puede acompañar de sequedad, de lesiones de rascado y de eritema (enrojecimiento de la piel). No tiene ningún riesgo para el feto y normalmente se solventa aumentando las medidas de hidratación de la piel con cremas emolientes y, en algún caso, corticoides tópicos (prescritos siempre por un médico, pues no todos son aptos para el embarazo).
Con estas medidas lo que pretendemos es mejorar los síntomas de picor y aliviar el eczema. También funcionan los geles de avena para el momento de la ducha y la hidratación con algún aceite, como por ejemplo el de almendras dulces.
- Colestasis intrahepática gestacional: es una enfermedad típica del tercer trimestre del embarazo, y si bien no se conoce exactamente el mecanismo fisiopatológico que la produce, se cree que está implicada una alteración en el mecanismo de excreción de bilirrubina en la gestante. Es, por tanto, una patología que puede alterar el funcionamiento del hígado. El principal síntoma es la aparición de un picor en la piel, sobretodo por la noche, y de predominio en las palmas de las manos y las plantas de los pies. El tratamiento de esta enfermedad será multidisciplinar, por una parte el ginecólogo va a recetar un fármaco para intentar mantener controlados los parámetros del hígado que se llama ácido urodesoxicólico y además indicará la toma diaria de una ampolla de vitamina K para garantizar un buen funcionamiento del sistema de coagulación de la futura mamá.
El tratamiento dermatológico consistirá en lociones de calamina para intentar calmar ese picor cutáneo intenso, buena hidratación de la piel y posiblemente la toma de antihistamínicos orales para mejorar el picor y permitir un descanso nocturno a la paciente, pues aparte de posibles lesiones de rascado, la paciente no presentará ni granitos ni manchas ni ninguna otra alteración en la piel. El riesgo de que esta entidad vuelva a aparecer en futuros embarazos es alto, y también se puede dar con la toma de anticonceptivos orales.
- Penfigoide gestationis: Esta patología con este nombre tan raro por suerte es muy poco frecuente. En esta ocasión sí que hay lesiones evidentes en la piel: aparecen como unas ronchas rojas palpables y unas ampollas llenas de líquido por la barriga, sobretodo alrededor del ombligo. Suele ser una enfermedad fácil de diagnosticar por parte del dermatólogo, pero en ocasiones puede requerir la práctica de una pequeña biopsia cutánea para tener una confirmación (al observar las células cutáneas al microscopio el dermatólogo podrá establecer el diagnóstico con mayor seguridad).
Esta entidad tan poco frecuente se puede asociar a mayor riesgo perinatal y aumento de la prematuridad, por lo que por parte del ginecólogo también se establecerán controles más estrictos del embarazo.
- Erupción polimorfa del embarazo o erupción papulosa pruriginosa del embarazo: Es la patología dermatológica específica del embarazo más frecuente de las cuatro. Puede aparecer en uno de cada 150-300 embarazos aproximadamente. Es más frecuente en primíparas (gestantes en su primer embarazo), y aparece sobretodo en el tercer trimestre de gestación. En el caso de embarazos múltiples la incidencia se multiplica por diez. La paciente presentará mucho picor y además unas lesiones rojas y elevadas (pápulas eritematosas en plan técnico), que suelen medir entre 1 a 3mm. Estas lesiones pueden confluir formando lesiones más grandes, sobretodo en la zona del abdomen, nalgas y siguiendo el recorrido de las estrías.
A diferencia de la entidad anterior, suelen respetar la zona alrededor del ombligo. El diagnóstico suele ser clínico, es decir, al observar las lesiones que presenta la gestante y escuchar los síntomas que refiere. En alguna ocasión podrá ser necesario hacer una biopsia para diferenciarla del pénfigo gestationis. El tratamiento suele ser con corticoides tópicos en crema, y en casos con picor intenso pueden ser necesarios antihistamínicos y corticoides orales.
Es una patología que se resuelve de forma espontánea tras el parto, que no conlleva riesgos para el feto (si bien se ha visto que hay mayor riesgo de cesárea y de parto prematuro) y que tiene un riesgo de recurrencia muy elevado en futuros embarazos, de aproximadamente el 70%.
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