Se considera que una persona es obesa cuando tiene un índice de masa corporal (IMC, relación entre peso y estatura) de 30 Kg/m2 o mayor. En muchos estudios se ha establecido un vínculo entre obesidad y un mayor riesgo de cáncer, de muerte por esta enfermedad o por otras causas. Así ha ocurrido con el cáncer de mama, que es el más frecuente en las mujeres y la segunda causa de muerte en muchos países.
De las 4.770 pacientes, 1.745 (36,6%) eran obesas, 1.540 (32,3%) tenían sobrepeso, 1.447 (30,3%) tenían un IMC normal y 38 (0,8%)estaban por debajo de un peso normal.
Tras analizar los datos, los investigadores encontraron que un IMC de 30 o más incrementaba significativamente el riesgo de recurrencia del cáncer (un 17%) y de muerte (un 23%), a pesar de que el tratamiento con quimioterapia y terapia hormonal hubiera resultado bien. La relación fue escalonada, es decir, cuanto más peso mayor era el riesgo de recaída o de muerte. Otro dato que el estudio aporta es que las mujeres con un tipo específico de cáncer de mama, HER2 negativo y receptores hormonales positivos, tienen peor pronóstico que el resto si están obesas.
La explicación biológica de este vínculo podría estar en la base hormonal, ya que se ha establecido que los estrógenos y la insulina interactúan y se ha observado que a niveles más altos de insulina mayor recuerrencia de cáncer de mama. Por otro lado, se sabe que la obesidad está asociada con hiperinsulinemia y síndrome metabólico, que está vinculado también con mayor riesgo de recaídas.
Lo que todavía no se sabe es si establecer una dieta y ejercicio que de lugar a una reducción de peso después de un diagnóstico de cáncer de mama podría reducir sustancialmente el riesgo de recurrencia y ofrecer un beneficio secundario al reducir la enfermedad cardiovascular. A esto deberán responder futuros estudios.
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