jueves, 30 de agosto de 2012

ASOCIAN LA EDAD AL PRIMER PARTO CON EL DAÑO DEL SUELO PELVICO

Un equipo de Suecia determinó que tener más de 30 años en el primer parto elevaría el riesgo femenino de desarrollar disfunción del piso pélvico, y necesitar cirugía. El equipo de Asa Leijonhufvud, del Hospital Danderyd, Estocolmo, analizó información sobre la salud de 90.465 mujeres controladas durante casi 2,5 millones de persona-años.
En American Journal of Obstetrics & Gynecology online 16 de agosto del 2012,  los autores publican que en las mujeres de 30 años o más al momento del primer parto por vía vaginal se duplicaba la incidencia de la cirugía del prolapso de órgano pélvico, con respecto de las más jóvenes (13,9 versus 6,4 por cada 10.000 persona-años). Esa frecuencia fue menor entre las mujeres que tuvieron el primer parto por cesárea, aunque se mantuvo más alta en las mayores de 30 años (1 versus 0,6 por cada 10.000 persona-años).
La incidencia de la incontinencia urinaria por estrés por cada 10.000 persona-años también fue mayor en las madres primerizas de más de 30 años (2,4 para la cesárea; 6,1 para el parto vaginal) que en las más jóvenes (1,4 y 4, respectivamente). El riesgo de necesitar una cirugía para tratar ese tipo de incontinencia urinaria fue 2,4-3 veces más alto en el grupo que había tenido el parto por vía vaginal que en el grupo con cesárea. Y el riesgo relativo de padecer prolapso de órgano pélvico fue todavía mayor: 7,4 veces más alto en el grupo más joven y 11 veces más alto en el grupo más añoso.
Independientemente del tipo de parto (vaginal o por cesárea), el riesgo aumentó con la edad, con un aumento distintivo de la cirugía de prolapso en el grupo con parto por vía vaginal. Estos resultados contradicen la idea de que ser más joven al momento del primer parto es un factor de riesgo potencial de prolapso de órgano pélvico futuro y los estudios que sugieren que tener más edad en el primer parto no estaría asociado con la incontinencia urinaria por estrés.
La tendencia a postergar la maternidad en los países industrializados elevaría la incidencia de los trastornos del piso pélvico y el tracto urinario inferior que requiere resolución quirúrgica en las próximas décadas, con importantes consecuencias para la salud de la mujer.

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