Según un estudio de la Universidad de North Caroline (EE UU) sobre 1.504 mujeres con cáncer y 1.555 sanas, practicar ejercicio de manera regular puede reducir el riesgo del cáncer de mama. El ejercicio más intenso no ejercía un mayor efecto reductor.
En general, las mujeres que practicaban algún tipo de ejercicio tenían un riesgo un 6% menor de cáncer de mama que aquellas que no hacían nada, pero ciertos subgrupos lograban mayores beneficios. Concretamente, las mujeres tenían hijos y que practicaron unas dos horas diarias la mayor parte de la semana tenían un 30% menos de posibilidades de desarrollar un cáncer de mama, tanto antes como después de la menopausia.
Los investigadores de Carolina del Norte, dirigidos por Lauren McCullough, apreciaron que el beneficio de ejercitarse se mostraba en todos los niveles de intensidad y esfuerzo.
Posteriormente, tras valorar factores como el peso y la forma del cuerpo, observaron que las mujeres que habían aumentado de peso (especialmente tras la menopausia) tenían más probabilidades de desarrollar un cáncer de mama. El estudio deduce de este aspecto que los los efectos beneficiosos del ejercicio sobre el riesgo de este tipo de cáncer pueden desaparecer si la mujer gana peso de manera significativa.
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