miércoles, 1 de febrero de 2023

MENOPAUSIA. TABUES

Este periodo de cambios físicos y en el estado de ánimo de las mujeres a menudo no se asocia a nada bueno, pero lo expertos destacan que no es más que otro periodo de adaptación vital.

Muchas mujeres no notan grandes diferencias relativas a su apetito sexual ni durante ni después de la menopausia. Sofocos, insomnio, cambios físicos y en el estado de ánimo. A pesar de no ser una enfermedad, la menopausia suele asociarse a los síntomas negativos que produce en muchas de las mujeres que la atraviesan. A nivel sexual, tiende a vincularse con la falta de deseo, la sequedad vaginal, con peores orgasmos y hasta con dolor durante el sexo. Según un estudio de Kantar Insights España, una de cada dos mujeres menopáusicas ha visto afectada su vida sexual. Pero, a pesar de que la baja en la producción de hormonas femeninas puede impactar en la sexualidad, las expertas consultadas coinciden en que la menopausia también puede ser una oportunidad para revivir el placer.

“La menopausia se entiende como un declive en todos los niveles. No la asociamos a nada bueno”. “Es muy fuerte la idea del fin de la reproducción y del sexo”. “Hay un poco de miedo a que vayamos a tener muchos síntomas, a estar fatal y a que nuestra sexualidad se termine". Nada más lejos de la realidad, es solo que pueden haber cambios a los que habrá que adaptarse.

Lo que ocurre es que, como en todos los aspectos de la vida, a una cierta edad todo te empieza a importar menos, incluido lo sexual. “Aunque está condicionado por múltiples factores biológicos, psicológicos y culturales, nuestro deseo sexual dependen en buena medida de los estrógenos, que caen durante esta etapa. Pero eso de que no se puede recuperar y de que hay darlo por perdido es un mito”. “La única diferencia es que ahora la biología no nos va a acompañar. No va a venir solo. Habrá que trabajarlo un poco más, buscar esos espacios, darle lugar al juego”. Cada vez más, recomienda a sus pacientes incorporar los juguetes sexuales.

“La disminución del nivel hormonal aumenta la posibilidad de tener sofocos, de dormir peor, de sentir más cansancio. Todo esto puede afectar nuestras ganas. Un porcentaje bastante elevado de mujeres también notan cambios en el tejido genital urinario como, por ejemplo, menos sensibilidad o posibilidad de lubricar, lo que puede alterar la respuesta sexual y hacer que los encuentros no sean tan satisfactorios. Todo ello se puede tratar”.

Una opción es incorporar un gel lubricante como parte del juego sexual. “En caso de que exista un dolor durante la penetración, existe una gama muy variada de tratamientos locales genitales o de vía oral con efecto específico sobre esos tejidos”. También, puede indicarse el tratamiento hormonal que, “además de aliviar muchos de los síntomas y ayudar a prevenir la osteoporosis y el riesgo cardiovascular, puede actuar sobre la calidad de esos tejidos genitourinarios”. En cualquier caso, lejos de optar por eliminar el sexo de la ecuación, indica que “la excitación sexual puede llegar a ser bastante beneficiosa para el mantenimiento de los tejidos, por lo que se les recomienda estar sexualmente activas”.

El deseo es multifactorial. No depende sólo de las hormonas sino también del lugar que la sexualidad ocupe en tu vida y en tu relación de pareja”. Si estás hace 40 años con el mismo hombre a lo mejor ya no tienes ganas ni de sexo ni de nada. Es verdad que atraviesas un cambio hormonal, pero también depende mucho de si tienes al lado un tío que te gusta y te pone”.

“La menopausia puede poner de manifiesto un problema sexual que ya existía. Muchas mujeres vienen de una relación de pareja estable larga, en donde tenían sexo como obligación o como una tarea más, no porque tuvieran ganas”. “Puede ser un punto de inflexión para replantearse y reconducir esta sexualidad muy centrada en el placer ajeno y en satisfacer las necesidades del otro, para pasar a priorizarse, explorarse y buscar formas para intensificar las sensaciones y despertar los sentidos, como puede ser lo que se llama mindfulsex, es decir, sexo lento y consciente”.

“Estamos muy presionadas. Es como si fuéramos unas superwoman que, además de ser grandes trabajadoras, madres y parejas, debemos tener orgasmos estupendos. Hay veces que no podemos, no tenemos ganas y no pasa nada. Hay que ser más compasivas con nosotras mismas”. “Hay que ver si realmente hay un malestar y si el deseo sexual es una prioridad para ella en ese momento, porque están sucediendo muchos otros cambios”. “Si estás perdida en los sofocos, no duermes, tienes la autoestima golpeada, estás irritable y lloras a cada rato, tal vez antes deberíamos concentrarnos en aliviar esos síntomas. Claro que la sexualidad es muy importante para la mujer, pero son muchos los frentes abiertos”.

El ejercicio y una buena nutrición mejoran los síntomas de la menopausia. Uno de los principales -y menos visibilizados- es la inestabilidad emocional. “La carencia de hormonas genera esa sensación de tener todo el tiempo el vaso de agua prácticamente lleno. A la mínima se rebosa y te pones a llorar”. 

Con la menopausia no cambias. Pero pasas a formar parte de un grupo social que ya no es tan valorado. Es como si ya estuvieras caducada. Empiezas a ser un poco invisible y no tan llamativa”.

“La menopausia tiene un peso social muy importante que te condiciona a la hora de vivir tu sexualidad. La mujer tiene la presión de estar bella, arreglada, perfecta, joven y maravillosa para ser objeto de deseo”. “Hay un estigma que te lleva a querer esconderlo. Es como si fuera el pistoletazo de salida para la vejez, cuando en verdad te pilla cuando eres una adulta funcional y empoderada, con máxima capacidad productiva y relacional, con plena capacidad de trabajar y de ligar”.

“Hay que darle normalidad. La menopausia es algo que hay que vivir, es una etapa más de la vida y no tiene que ser un tabú”. “Se trata a la menopausia como una enfermedad. Se dice que ya no sientes deseo y es como si perdieras tu estatus como mujer”. “Para muchas mujeres puede ser un momento muy gratificante, de sabiduría y de liberación de la menstruación. Hay que verla como una oportunidad para conectarse con el propio placer, priorizarse y empoderarse”.

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