Históricamente, las quejas de dolor vulvar crónico eran generalmente atribuibles a una de varias enfermedades somáticas bien definidas. Sin embargo a partir de la década de 1980, ha habido una avalancha de mujeres con dispareunia en introito vulvar y malestar crónico inexplicable, por lo que puede haber una clara somatización en el diagnóstico. Muy a menudo, las pacientes con síndromes de dolor vulvar mal definido se describen de forma genérica como de "vulvodinia" (del griego odynos = dolor ). En 1987, Friedrich introdujo el término "síndrome de vestibulitis vulvar", para dirigir la atención a las mujeres con dispareunia adquirida y eritema visible de la vulva central.
Los factores desencadenantes del automantenimiento del dolor son: Hiperplasia y eritema del vestivulo vulval, Disfunción del piso pelvico, Dolor “disestésico” dentro del tejido de la glándula de Bartholino profunda, Contractura de tejido distrofico, etc.
La vulvodinia se ajusta al modelo de un síndrome de dolor regional complejo. En esencia, la vulvodinia es un reflejo espinal, análogo al reflejo tendinoso de la rótula, con aferentes (sensoriales), central (asta dorsal) y eferente (motores). La presentación más común es la dispareunia introital, comenzando después de años de relaciones sexuales sin dolor. Algunas pacientes, sin embargo, parecen tener una forma oculta de la vulvodinia desde una edad temprana, en este subgrupo, la dispareunia está presente desde el momento de la primera relación sexual, siempre que se produce. Por último, hay una pequeña minoría de los pacientes que presentan "vaginismo", pero sin signos de vulvodinia. Dependiendo de la gravedad, algunas mujeres también se quejan de molestias vulvares que van desde una sensación de aspereza o sequedad hasta un ardor doloroso constante. Cualquier presión mecánica provoca un dolor agudo, lo suficientemente graves como para interrumpir la relación sexual. Algunas pacientes que también sufren de vulvodinia sufren también de otros síndromes clínicos mal definidos, tales como el síndrome de fatiga crónica o fibromialgia.
No existe una cura simple para el tratamiento de la vulvodinia. El impulso principal de la terapia conservadora tiene varios tiempos:
a) La rama aferente de este reflejo espinal puede ser interrumpida por el uso del láser FEDL para destruir selectivamente los vasos sanguíneos congestionados en el eritema doloroso en el vestíbulo vulvar . Si hay éxito, la fototermólisis por láser interrumpirá la transmisión de mensajes de dolor en las fibras nerviosas perivasculares hiperestésicas.
b) la transmisión del dolor en el asta dorsal puede ser regulada a la baja con medicamentos estabilizadores de membrana, tales como Allegron o Neurontin.
c) El dolor miofascial en la musculatura del suelo pélvico crónicamente hipertónica puede ser objetivo utilizando biofeedback (retroalimentación) para estabilizar la transmisión eléctrica en el brazo eferente el
dolor espinal reflejo. El biofeedback es una técnica especializada, que mide la función muscular de base a
través de electrodos EMG de superficie, y luego transmite estas señales a un monitor de televisión en tiempo real. Al estudiar el monitor, los pacientes pueden aprender a aislar y romper sus lazos de dolor pélvico
crónico.
En general, aproximadamente el 85% de los pacientes responderán de forma permanente a la terapia conservadora. Sin embargo, pequeños subgrupos de pacientes requieren una combinación de tratamiento médico y quirúrgico.

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